ReCent Medical News
Enfermedad de Alzheimer
¿Estamos en la cúspide de algo especial?
Abril 2025
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La enfermedad de Alzheimer (EA) representa entre el 60 y el 80% de todas las demencias y debe su nombre al Dr. Alois Alzheimer -investigador y patólogo-, quien en 1906 observó enredos de fibras en el cerebro de una señora que había fallecido a causa de una inusual enfermedad mental. [1] [2] Hoy sabemos que estos cúmulos enmarañados son las placas amiloides y los ovillos neurofibrilares, un sello distintivo del Alzheimer que lo diferencia de otras demencias.
Abstracto
La enfermedad de Alzheimer afecta a las áreas del cerebro que controlan el pensamiento, la memoria y el lenguaje, destruyendo las conexiones entre las células cerebrales, lo que acaba provocando la muerte de las células y el encogimiento del cerebro. El Alzheimer es una enfermedad neurodegenerativa progresiva que lleva al paciente a través de un espectro de enfermedad que va desde la fase preclínica a la pérdida leve de memoria, hasta el deterioro significativo de la capacidad para llevar a cabo las actividades cotidianas. La esperanza de vida media de la enfermedad de Alzheimer es de 4-8 años desde el diagnóstico. [3], con variaciones que a menudo suelen explicarse por la edad en el momento del diagnóstico y la presencia o ausencia de comorbilidades.
Figura 1: Etapas de la enfermedad de Alzheimer [3]
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Deterioro cognitivo leve
Duración: 5-10 años
Area: lóbulo Temporal
Síntomas: pérdidad de memoria a corto plazo.

Alzheimer leve
Duración: 2-3 años Área: Lóbulos temporal y parietal Síntomas: Problemas cognitivos leves (lectura, escritura, etc.). Dificultad para organizar o expresar pensamientos. Deterioro en el reconocimiento de objetos, direcciones.

Alzheimer moderado
Duración: 2-3 años
Área: Se extiende al lóbulo frontal Síntomas: Mayor pérdida de memoria y confusión, problemas de juicio, dificultades de personalidad, deterioro de las actividades de la vida diaria.

Alzheimer grave
Duración: 3-5 años Área: Se extiende al lóbulo occipital Síntomas: problemas visuales, pérdida de memoria casi total, incapacidad para comunicarse. Requiere asistencia a tiempo completo.
La enfermedad de Alzheimer suele diagnosticarse a personas mayores de 65 años y es el tema central de este artículo. Sin embargo, los casos diagnosticados antes de los 65 años se denominan "Alzheimer de inicio precoz". La enfermedad de Alzheimer de inicio precoz sólo representa alrededor del 5% del total de casos diagnosticados y tiene un fuerte componente genético. Más información aquí. El mayor factor de riesgo de la enfermedad de Alzheimer es la edad, hasta el punto de que en muchos países el número de personas que la padecen se duplica cada 5 años a partir de los 65 años.[4] En las primeras fases de la enfermedad, los cuidados suelen prestarse en el domicilio, lo cual se puede tratar de hacer más cómodo mediante modificaciones destinadas a reducir el riesgo de confusión y accidentes, y prolongar la independencia cuando sea posible. En las fases finales, las personas suelen perder la capacidad de comunicarse, controlar el movimiento o responder a lo que les rodea, por lo que suelen requerir cuidados especializados. Las causas más frecuentes de muerte de los enfermos de Alzheimer son las infecciones (como la neumonía, a menudo por aspiración), las complicaciones derivadas de caídas, u otros problemas de salud agravados por la enfermedad.[5]
¿Qué causa al enfermedad de Alzheimer?
La causa exacta de la enfermedad de Alzheimer no se conoce del todo, pero se cree que es el resultado de una combinación de factores genéticos, ambientales y de estilo de vida que afectan al cerebro con el paso del tiempo. Una cosa es cierta: el Alzheimer se caracteriza por la acumulación de dos tipos de proteínas en el cerebro: las placas amiloides y los ovillos de tau. Las placas amiloides son aglomeraciones de una proteína llamada beta-amiloide que se acumulan entre las neuronas. Las placas interrumpen la comunicación entre neuronas, lo que afecta al funcionamiento normal del cerebro. Las proteínas tau ayudan a estabilizar las estructuras neuronales, pero en la enfermedad de Alzheimer adquieren formas anómalas y forman ovillos en el interior de las neuronas, alterando su sistema de transporte interno y provocando la muerte celular. La enfermedad de Alzheimer presenta un amplio abanico de síntomas, ya que puede afectar a las neuronas sensoriales, las interneuronas y, en las fases más avanzadas, a las neuronas motoras. Aunque se desconoce la causa concreta del Alzheimer, se conocen bien los factores de riesgo, como la edad, la inflamación cerebral, la salud vascular, el estilo de vida (sobre todo la dieta y el exceso de alcohol) y los factores ambientales (lesiones cerebrales, aislamiento social, falta de sueño y problemas de salud mental).[6] También existe una relación entre las alteraciones del microbioma intestinal y la aparición y gravedad de la enfermedad. Estas alteraciones pueden provocar inflamación, lo que puede causar neuroinflamación y empeorar la acumulación de beta-amiloide en el cerebro.[7] La prevalencia cada vez mayor de personas con estilos de vida metabólicamente poco saludables es una preocupación creciente debido al impacto que tendrá en enfermedades crónicas como el Alzheimer.[8] La interacción exacta entre estos factores sigue sin estar clara, pero sabemos que la enfermedad de Alzheimer se desarrolla a lo largo de muchos años, con cambios en el cerebro que se producen mucho antes de que aparezcan síntomas perceptibles. Los esfuerzos de prevención y tratamiento se centran en mitigar los factores de riesgo relacionados con el estilo de vida, controlar la salud cardiovascular y promover el compromiso mental para reducir la probabilidad de desarrollar la enfermedad o, al menos, retrasar su desarrollo.

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Figura 2: Daño neuronal en la enfermedad de Alzheimer
La genética de la enferemedad de Alzheimer
Ciertos genes aumentan el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer; el alelo genético asociado más conocido es la apolipoproteína e4 (APOE-e4). Las personas con una o dos copias de este gen tienen un riesgo mayor de desarrollar Alzheimer, de dos a tres veces y de ocho a doce veces, respectivamente.[9] Por el contrario, la presencia del alelo APOE-e2 reduce aproximadamente a la mitad el riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer. [10] Desde que las pruebas genéticas se han convertido en algo habitual, se ha producido una aceleración en el descubrimiento de nuevos genes asociados al Alzheimer. En 2010 solo se conocían 10 áreas genéticas asociadas a la enfermedad de Alzheimer, frente a las al menos 80 que se conocen hoy en día. [11]
Alrededor del 5% de los casos de Alzheimer se diagnostican antes de los 65 años.[12] El Alzheimer de aparición temprana tiene un fuerte componente familiar, pero sólo alrededor del 10-15% se hereda a través de los conocidos "genes deterministas".[13] Ejemplos de estas variantes deterministas raras son la proteína precursora amiloide (APP), la presenilina 1 (PSEN1) y la presenilina 2 (PSEN2); heredar una sola copia de estos genes alterados es suficiente para causar la enfermedad, ya que son autosómicas dominantes y casi totalmente penetrantes. [12]
En este punto, es clave subrayar que, con la excepción de APP, PSEN1 y PSEN2, cualquier predisposición genética hacia el Alzheimer -incluso si se tienen dos copias del alelo APOE-e4- no predestina a desarrollar la enfermedad, del mismo modo que tener copias del alelo APOE-e2 no significa que no se pueda desarrollar.

En el Reino Unido, aproximadamente 982.000 personas padecen demencia.
Prevalencia, sanidad y sociedad
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) en 2023, alrededor de 55 millones de personas padecen la enfermedad de Alzheimer u otras formas de demencia en todo el mundo. Resulta alarmante que se prevea que esta cifra aumente a 139 millones en 2050, debido en gran parte al envejecimiento de la población. Se prevé que las tasas de demencia aumenten con especial rapidez en los países de ingresos bajos y medios, donde viven actualmente cerca de dos tercios de las personas con demencia y donde hay más posibilidades de aumentar la esperanza de vida al nacer de la población. [14]
En el Reino Unido, aproximadamente 982.000 personas viven con demencia. La enfermedad de Alzheimer representa entre el 60 % y el 80 % de todas las demencias, por lo que hay entre 590 000 y 785 000 enfermos en el Reino Unido. En 2024, la Alzheimer's Society estimó que la demencia cuesta al Reino Unido 42 000 millones de libras esterlinas al año, y se espera que esta cifra aumente a 90 000 millones de libras esterlinas en 2040.[15]
Sin embargo, hay algo más que el coste económico de los cuidados profesionales y de los familiares que destinan recursos a ser cuidadores abnegados. A falta de tratamientos farmacéuticos significativos, los síntomas de la enfermedad se gestionan esencialmente a través de los cuidadores, las modificaciones del entorno y el apoyo psicológico. Algunos medicamentos, como los inhibidores de la colinesterasa y el clorhidrato de memantina, han conseguido atenuar los síntomas de pérdida de memoria, y algunos antidepresivos y antipsicóticos han ayudado a controlar algunas de las inevitables consecuencias psicológicas del Alzheimer. Nunca se insistirá lo suficiente en el impacto que tiene sobre los enfermos y sus familiares. Una proporción significativa de los cuidadores son familiares no remunerados incapaces de desvincularse del deterioro funcional y relacional que están presenciando en sus seres queridos.
Previsión de personas con Alzheimer en el mundo en 2050
Estas cifras ponen de manifiesto el creciente reto que supone la enfermedad de Alzheimer a medida que envejece la población mundial, lo que la convierte en un importante problema de salud pública. Existe una clara necesidad creciente de mejorar los servicios de atención, investigación, tratamiento y apoyo en todo el mundo. ¿Crea esto oportunidades para que las aseguradoras promuevan su papel, establecido desde hace tiempo, como proveedoras de bienes sociales?
Nuevos avances
Detección mejorada
Los geriatras y neurólogos que emplean pruebas neuropsicológicas pueden, mediante el juicio de expertos, diagnosticar la demencia establecida con un grado bastante alto de precisión basándose en los síntomas clínicos, pero históricamente la única forma de diagnosticar realmente el Alzheimer era mediante la autopsia, buscando esos cambios cerebrales tan característicos.[16] Las modernas tecnologías de exploración, como la tecnología de emisión de positrones (PET), proporcionan una mayor confianza en el diagnóstico de la enfermedad de Alzheimer. Los escáneres PET de amiloide permiten a los médicos ver la acumulación de amiloide años antes de que los síntomas se manifiesten abiertamente. Aunque la PET es muy precisa, es cara y poco accesible, lo que limita su uso generalizado. Otro avance reciente es el uso de la PET para visualizar los ovillos de tau en el cerebro, que contribuyen al deterioro cognitivo. Las imágenes de tau se están convirtiendo en una valiosa herramienta para detectar el Alzheimer en sus primeras fases, pero, una vez más, la disponibilidad de la tecnología es un factor limitante importante. Los avances más recientes en el ámbito de los análisis de sangre han sido muy interesantes, ya que ayudan a superar las barreras de disponibilidad. Se han desarrollado pruebas para detectar biomarcadores sanguíneos como las proteínas amiloide y tau, también antes de que aparezcan los síntomas. Uno de los primeros análisis de sangre comercializados para la enfermedad, que ha recibido la designación de dispositivo innovador por la FDA, detecta las proteínas amiloides, mientras que los análisis de tau fosforilada (p-tau) miden las proteínas p-tau en sangre, también muy asociadas al Alzheimer. Estas pruebas son muy prometedoras para la detección precoz y se están perfeccionando para su uso clínico.[17]
Descubrimiento de fármacos
Identificar a personas asintomáticas como portadoras de una enfermedad preclínica o con una alta probabilidad de padecerla a falta de cura es un dilema moral inherente, pero los fármacos recientemente descubiertos para modificar la enfermedad de Alzheimer son más eficaces si se prescriben cuando la enfermedad es muy leve. Aunque los resultados deben reproducirse en bases de estudio más amplias, veamos este probable avance en la detección de la enfermedad de Alzheimer preclínica.[18] Como prueba independiente, la p-tau217 plasmática identificó a los adultos cognitivamente normales positivos para la PET de beta amiloide con un valor predictivo positivo del 80% o superior. ¿Qué significa esto (si se reproducen los resultados del estudio)? Significa que se reducen los costes y las barreras logísticas para identificar a personas asintomáticas con enfermedad de Alzheimer preclínica. Esto aumenta el número de personas identificadas para ensayos clínicos, lo que probablemente acelere el descubrimiento de fármacos y el proceso de aprobación final. Como dato tranquilizador, hay una serie de fármacos nuevos y emergentes para la enfermedad de Alzheimer que ilustran los progresos que se están realizando. Se siguen destinando importantes recursos a la búsqueda de fármacos más eficaces, con más de 160 ensayos en curso en los que se prueban más de 125 tratamientos experimentales contra el Alzheimer en todo el mundo, 30 de ellos en fase avanzada. Alzheimer's Research UK cree que "realmente es una cuestión de cuándo, no de si, estarán disponibles nuevos tratamientos".[19]
Entre los ejemplos de algunos fármacos nuevos/emergentes se incluye el aducanumab, un anticuerpo monoclonal que fue aprobado por la FDA en 2021 y está diseñado para reducir/eliminar las placas beta-amiloides en el cerebro. Este fármaco, que ha sido descatalogado por su fabricante[20], representó un cambio hacia el tratamiento del proceso subyacente de la enfermedad frente al tratamiento de los síntomas, aunque cabe señalar que su aprobación fue un tanto controvertida debido a que los ensayos clínicos mostraron resultados dispares. El lecanemab, aprobado en 2023, también actúa contra las placas amiloides y puede ralentizar el deterioro cognitivo en las fases iniciales de la enfermedad de Alzheimer. Los resultados de un amplio ensayo clínico demostraron que el lecanemab ralentizó significativamente el deterioro cognitivo y funcional en pacientes con alzhéimer en fase inicial, en torno a un 27% a lo largo de 18 meses. [21] Ambos fármacos se prescriben a pacientes con enfermedad de Alzheimer en fase inicial. Un resultado interesante de estos ensayos es que son realmente eficaces para eliminar los depósitos de amiloide, pero la progresión de los síntomas sólo se ve modestamente alterada. Esto sugiere que, aunque las placas amiloides desempeñan un papel, no son la única causa de la EA.[22]
Hay otros ensayos en curso sobre tratamientos dirigidos a la proteína tau, la inflamación/neuroinflamación y nuevas formas de inmunoterapia. Más vanguardistas son los ensayos que investigan el potencial de las vacunas, la terapia génica y la terapia con inhibidores de BACE. Además, ya sea por casualidad o porque se esperaba, las terapias con agonistas del GLP-1 -los llamados "fármacos adelgazantes"- muestran indicios de una reducción significativa de la enfermedad de Alzheimer en quienes los utilizan.[23]
Otro enfoque prometedor consiste en utilizar los datos de los teléfonos inteligentes para detectar precozmente el riesgo de demencia en los adultos mayores. Además de utilizar un teléfono inteligente para el seguimiento de la salud y las calorías, los datos de los teléfonos inteligentes pueden analizar una serie de métricas de comportamiento, incluidos el movimiento y la comunicación, lo que permite una intervención oportuna y una mejor gestión del Alzheimer.[24]
Aunque el uso de la tecnología es interesante, la mayoría de los esfuerzos siguen centrándose en la detección precoz y el inicio rápido de fármacos modificadores de la enfermedad, mientras que la curación sigue siendo una ambición para el futuro a largo plazo.
Perspectivas de futuro
Se han producido importantes avances en la detección precoz de la enfermedad de Alzheimer, gracias a los progresos de los biomarcadores sanguíneos, las tecnologías de imagen y otras innovaciones tecnológicas. La detección precoz es crucial para el tratamiento, ya que las terapias más novedosas son más eficaces en las primeras fases de la enfermedad. La llegada de terapias modificadoras de la enfermedad y una gama más amplia de herramientas para detectar la demencia tienen el potencial de marcar diferencias a nivel poblacional. Aunque no existe una forma garantizada de prevenir la enfermedad de Alzheimer, las investigaciones sugieren que ciertas elecciones de estilo de vida y medidas sanitarias, sobre todo en la mediana edad, pueden reducir significativamente el riesgo de desarrollarla. Según la Comisión Lancet, casi el 50% de los casos de demencia en el mundo podrían prevenirse o retrasarse si se tuvieran en cuenta 14 factores de riesgo modificables a lo largo de la vida. Entre ellos figuran la prevención y el tratamiento de la pérdida de audición y visión, la depresión, el mantenimiento de la actividad cognitiva, el uso de protección para la cabeza en los deportes de contacto, la reducción de los factores de riesgo vascular (como el colesterol alto, la diabetes, la obesidad o la hipertensión), la mejora de la calidad del aire y el fomento de entornos comunitarios de apoyo para aumentar el contacto social.[25]
Esta perspectiva hace que el riesgo de demencia pase de considerarse una parte inevitable del envejecimiento a una afección que puede prevenirse activamente. El beneficio potencial de los fármacos para adelgazar desarrollados recientemente es significativo por sí solo.
¿Oportunidades para el seguro como bien social?
¿Qué papel pueden desempeñar las aseguradoras de vida y salud? Nuestras funciones son múltiples, pero quizá puedan dividirse en tres áreas principales: Influir en los comportamientos, la relevancia del producto y el pago de los siniestros. Dado que se cree que hasta el 50% de las enfermedades de Alzheimer pueden prevenirse o retrasarse mediante estilos de vida más sanos, las aseguradoras tienen una oportunidad única, más allá de su papel tradicional como portadoras de riesgos, como colaboradoras en la mejora de los resultados sanitarios. Los productos adecuados pueden influir en las decisiones sanitarias correctas y lograr resultados mutuamente satisfactorios. El diseño de productos no se limita a aumentar el compromiso del cliente o a fomentar la atención sanitaria preventiva. Muchos productos están diseñados para ayudar al asegurado o a sus beneficiarios en caso de diagnóstico de Alzheimer, siempre que se cumplan las condiciones especificadas en la póliza. Estos productos incluyen, entre otros, la cobertura de vida y de enfermedad terminal, la cobertura de enfermedades críticas, la protección de ingresos y los productos de cuidados de larga duración, así como las rentas vitalicias mejoradas. Podría decirse que los productos de cuidados de larga duración ofrecen la mayor tangibilidad y seguridad al asegurado, pero a menudo pueden ser inasequibles, lo que plantea la cuestión de si existen otras estructuras de producto que podrían ayudar a cerrar esa brecha de asequibilidad y aseguramiento. Por último, los siniestros. Pagar los siniestros correctos es la razón de ser de nuestro sector y eso no es diferente en el caso de la enfermedad de Alzheimer. Sin embargo, es más probable que los ingresos de cualquier siniestro de Alzheimer se destinen al coste de los cuidados del paciente en comparación con otras causas de siniestros, de ahí la creciente necesidad potencial de productos que complementen las suites de productos existentes.
Conclusión
En resumen, la enfermedad de Alzheimer es una enfermedad neurológica progresiva e incurable con un grado de morbilidad muy elevado y una esperanza de vida en torno a los 4-8 años desde el diagnóstico. La enfermedad de Alzheimer y otras demencias suponen un importante reto para la sociedad; un riesgo que previsiblemente aumentará a medida que la población envejezca y las malas elecciones de estilo de vida se traduzcan en una mayor incidencia y prevalencia de la enfermedad. A medida que aumentan nuestros conocimientos sobre el Alzheimer y mejoran las opciones farmacológicas, hay margen para frenar la tendencia, y las aseguradoras pueden desempeñar un importante papel de apoyo en el diseño de productos, fomentando opciones de estilo de vida positivas y pagando las indemnizaciones adecuadas.
Autor

Gareth Matthews
Chief Underwriter
Hannover Re UK Life Branch
Referencias
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